Historia de una Mujer reclinada (1964)

Esta obra extraordinaria proviene de la colección de la familia de Irving y Sonya Sollins, la cual tuvo una larga y cercana amistad con Ricardo y Zarina Martínez desde los años 40, cuando se conocieron en la Ciudad de México. Esta relación ha continuado a lo largo de generaciones posteriores de ambas familias y persiste hasta la fecha.

La relación de la familia Sollins con México empezó con contactos de negocios (Irving fue un científico-empresario, cuya carrera en la industria farmacéutica incluyó proyectos en México en los años 40 y 50) y se convirtió en una relación personal y afectiva. El amor de Irving y Sonya por México y su cultura, arte y belleza natural resultó en afectos de por vida, tanto para varias generaciones de su familia, como para los hermanos de Irving, Alfred y Joseph. Entre los años 50 y 70, los tres hermanos adquirieron propiedades en México: Alfred fue vecino de Ricardo y Zarina en la Ciudad de México, Joseph tuvo una propiedad en Cuernavaca y finalmente Irving y Sonya convencieron a Ricardo y a Zarina de adquirir la casa vecina a la suya en Morelos.

Un lazo afectivo más entre las familias fue resultado de la generosidad de Ricardo de aceptar a Susan (la hija mayor de Irving y Sonya) a fines de los años 50 y principios de los 60, como una de sus pocos discípulos. Susan tuvo una brillante trayectoria como curadora y fundadora de “Independent Curators Incorporated” (actualmente “Independent Curators International”) y más tarde como fundadora y directora ejecutiva de “Art 21” (www.art21.org).

Mujer reclinada, una de las obras de Ricardo Martínez en la colección de arte de la familia Sollins, estuvo colgada en forma permanente en “El Balcón”, el hogar de la familia en Morelos, desde el momento de la adquisición de la propiedad, a principios de los años 70, hasta hace pocos meses, cuando Marybeth Sollins (la hija menor de Sonya e Irving) la vendió. El resto de las obras de Martínez en la colección Sollins se encuentra en Nueva York, y la familia Sollins consideró más apropiado que Mujer reclinada permaneciera en México, de ser posible en la colección de un museo que pudiera preservarla y exhibirla al público, como una obra sobresaliente de uno de los artistas mexicanos más importantes del siglo XX. De esta manera, la familia Sollins decidió donar esta obra al Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, con el apoyo de la Fundación.

Mujer reclinada, como su nombre así lo indica, representa una figura femenina recostada, cuya forma evoca un paisaje, casualmente similar al que se apreciaba desde la casa de los Sollins en Morelos. Las formas y los colores naturales evocan elementos del arte prehispánico, evidente en buena parte de la obra de Ricardo Martínez a partir de los años 60.